Estoy llegando a
casa. Ya he entrado en el portal. Estoy esperando al ascensor y como siempre me
quedo mirando el agujero pequeño que hay en la pared. Hay como un chicle
pegado, que asco. Oigo el ruido de llegada del ascensor y veo como en el
interior las puertas metálicas se abren. Ahora me toca tirar de la manilla de
la puerta donde pone TIRAR. Al mismo tiempo que tiro de la puerta impulso mi
cuerpo y me meto dentro.
¡Ya estoy dentro!
El espejo esta justo delante de mí. Puedo verme entera. Me miro el pelo, luego
la cara y por último la tripa, para ver si estoy más gorda o no.
Hasta ahora todo
va bien, todos mis movimientos son como un baile sincronizado que llevo haciendo
durante años. He hecho tantas veces ese recorrido que ni lo pienso. Me siento
bien.
Me giro hacia la
izquierda con energía y con la mano un poco hacia arriba me preparo para darle
al botón del ascensor.
¡Eh! ¿Qué ha
pasado? ¿Qué es esto? ¡Qué coño es esto! ¡Los botones del ascensor se han
cuadruplicado!
Cierro los ojos y
los vuelvo a abrir, esto debe de ser una broma. No entiendo nada. Hay cuatro
pisos en la casa y yo tengo que ir al tercero. Normalmente es una fila de
botones del cero al cuatro, hoy hay cuatro filas de botones iguales. Hay cuatro
botones con el número tres. ¿Cuál es el mío? ¿Quién ha puesto esto aquí? ¿Cómo
voy a subir a casa?
Me empiezo a
poner un poco tensa y decido darle a uno de ellos. Subo y se abren las puertas
metálicas. Ahora me toca empujar la puerta para salir pero ya no me siento
bien, ya no me siento cómoda. Lo más extraño es que todo lo que veo es súper familiar pero ya no
me siento segura. El rellano es igual, el felpudo es igual, así que respiro y
me relajo un poco. Es mi casa, no se quien ha puesto esa mierda en el ascensor.
Saco las llaves
del bolso y busco la llave plana con agujeritos. La meto en la cerradura e
intento abrir, no puedo, puta, vuelvo a intentar, no puedo. Toco el timbre ya
medio cabreada, y abren la puerta. Es una familia pero no es la mía.
Ahora estoy
asustada. La chica que abre la puerta es súper simpática pero me empieza a
explicar que ellos viven ahora allí. Me asomo desde la puerta al interior de la
casa y en efecto es mi casa, pero está completamente cambiada, la han decorado de
otra forma. Empiezo a entender por las explicaciones de la chica que son los nuevos
dueños. Me dice que hace años que compraron ya la casa, que debe de ser que me
he equivocado de tiempo, de año. Me aconseja que vuelva al ascensor y que
intente en otra de las filas, que puede que me haya confundido. Depende de que
fila pulse salto a un año o a otro, pero siempre en el mismo edificio.
Estoy muy
asustada. No entiendo lo que está pasando ni donde estoy, yo solo quiero ir a
casa con mi familia. Me despido de la chica y ella me desea suerte. Vuelvo al ascensor,
estoy muy agobiada. Otra vez me pongo enfrente de los botones. Hay muchos
botones, ya no diferencio las filas, me parece que hay más que antes. Intento
tranquilizarme pero el agobio por llegar a casa sigue ahí. Veo un montón de
números e intento entenderlos pero no hay manera de sacarle ningún sentido. No
hay señales, ni instrucciones, solo números. Empiezo a ver borroso, se me nubla
la vista. Aprieto el siguiente botón y ¡mierda! me he confundido. Le he dado a
un segundo piso.
Bajo al segundo. Tardo
lo mismo de siempre, no noto nada raro. Vuelvo a salir del ascensor, todo es
igual. Toco el timbre para ver si mi vecina vive ahí y puede ayudarme a
entender el ascensor. Abren la puerta y
¡Dios! No es mi vecina, no la conozco. Es una señora mayor. Me empieza a hablar
muy dulce, a preguntarme cosas y a decirme que soy una chica muy guapa. Que si
quiero tomar un café. Yo sigo la conversación por educación pero en realidad no
me interesa en absoluto, me está agobiando más y más. Quiero llegar a mi casa,
a mi edificio, a mi año. Quiero ver a mis padres. ¡Quiero llegar a casa ya!
Se me ocurre
preguntarle a la señora mayor en que año esta ella, y me dice con media sonrisa
y orgullosa de contarme algo, que ella vive en 1860.
Ahora ya no puedo
más. Me acabo de dar cuenta que va a ser imposible llegar a casa. Hay muchos años
en los que puedo buscar, así que no voy a llegar nunca. Ya no puedo
encontrarles. Ya no les voy a poder ver más. Me he perdido en el tiempo y no sé cómo llegar a casa.