jueves, 22 de septiembre de 2011

Infiltrada

Llevo varios días intentando escribir algo sobre Da Nang. No puedo escribir, no puedo hacer fotos.

Hoy ha llovido. He bajado a dar una vuelta. Me he puesto unas playeras por primera vez desde que llegue y he ido a la moto a por un chubasquero.

Los chubasqueros que se usan aquí son como los de PortAventura. En la calle los lleva todo el mundo. Hoy gracias a eso, me he podido camuflar. Bajo el gorro amarillo no se ve si soy extranjera. Ya me he acostumbrado pero todos nos miran con curiosidad. Supongo que les impacta nuestra nariz, el color de la piel y el color del pelo.

Iba paseando tranquilamente por el mercado. Miles de puestos juntos. Había de todo. Pescado, fruta, sandalias, bolsos, ropa. Es increíble la cantidad de puestos que hay. Los olores me matan. Son muy fuertes y ninguno agradable a mi amplia nariz.

Aun lloviendo todos seguían en sus puestos. Muchos de ellos agachados bajo los sombreros cónicos, trabajando al ras del suelo. Limpiando plantas o cosas que al parecer se comen.

No quería quitarme el gorro. Era la única blanca en el mercado Vietnamita y me sentía bien, sin agobios. De pronto he querido hacer alguna foto. Cuando estaba con la cámara en la mano me he dado cuenta de algo…

¿Qué es lo que mas me llama la atención? ¿A quien quiero fotografiar?

A ellos. A las personas.

No he tenido valor. No lo he hecho. No escondida bajo un gorro amarillo.

domingo, 18 de septiembre de 2011

El descanso del guerrero


Un día de viaje después se abren las puertas del aeropuerto de Da Nang. Muchas caras Vietnamitas mirándome con descaro y allí en medio esta él, con un ramo de rosas. Corro con una sonrisa que no me entra en la cara y nos abrazamos. ¡Ya he llegado!

Estamos en Da Nang, principal base aérea de EE.UU. en la Guerra de Vietnam. Una ciudad con historia.

Nos montamos en una moto con maleta incluida. La gente conduce jugando a "sálvese quien pueda" y "móntese quien pueda". Estoy tan cansada que no me da miedo. Vamos esquivando y tocando la bocina. Sin semáforos, pasos de cebra ni señales. Llegamos a casa.

La casa esta muy bien. Es una torre de pisos. En la parte de abajo se encuentra el centro comercial de Da Nang. Si miras por la ventana es fácil distinguirla.

Descansamos y comienza a enseñarme sus lugares preferidos. Atravesamos las calles del centro y paralelos a la playa llegamos a el Buda. Un Buda de 40 m que cuida la ciudad. Descalza, le doy las gracias por haber cuidado de él.

Ruta por las Monkey Montains y las Montañas de Mármol. Impresionante. Acabamos sudando como pollos y bañándonos en la playa de Hoi An. El descanso del guerrero.

Mi guía le llama el descanso del guerrero porque va allí todos los fines de semana. Bañito, comer y una siesta a la orilla del mar.

Decir que la ciudad esta en pleno crecimiento pero el nivel de vida actual es bajo. Viviendas por todas partes. Desorden general y no diría suciedad pero tampoco limpieza. La otra cara de la ciudad son los Resorts. Impresionantes hoteles con sus increíbles piscinas. Música en directo y lujos al por mayor. Nada que ver con la realidad.

Me despierto al amanecer por culpa del jet lag. Abro la ventana y escucho el ruido de la calle. Bocinas y personas. Mas personas. Siento agobio por la cantidad de personas que hay. Somos muy diferentes. Regreso a la cama y le miro...

¡Si que es un guerrero!

viernes, 9 de septiembre de 2011

¿Una torta o dos tortas?

A veces tienes que darte una buena torta para poder ver las cosas desde otra perspectiva. Desde el suelo. Desde la tierra.

No digo esto por las dos leches que me he metido en menos de medio año. Pero ya que estoy las cuento. La primera vez fue porque mi hermano se emocionó tanto que me levanto en hombros. A los dos segundos estaba empotrándome de cabeza contra un escaparate. Acabe con la ceja abierta, el ojo morado y en el suelo mareada de la sangre que tenía en mis manos. La segunda me dio un bajón de tensión. Caí redonda al suelo. Por suerte solo tenía el moflete raspado y la mano dolorida. Decir que las dos fueron a altas horas de la mañana lo que hace que todo cambie. Es decir, la gente solo piensa, que borracha!

Tengo muchos defectos pero uno de ellos es que me cuesta mentir. Y más, si se que no he hecho nada malo. Explicar en dos ocasiones a mis padres o a los del trabajo porque tengo la cara como si me hubiesen pegado resulta un tanto humillante. Por suerte se han reído! así que yo también me he acabado riendo!

Ayer un amigo vio una ambulancia y me llamo expresamente para corroborar que no iba yo dentro. ¿Y que hago yo? Pues me río!! porque la verdad es que tiene gracia..que humor!

A parte de las tortas literales que nos llevamos de vez en cuando también existen las tortas ficticias. Son esas que te llegan cuando te das cuenta que no tienes razón en algo. Cuando ves que puedes llegar a perder a alguien o cuando te echan la bronca por algo que has hecho mal.

Es esencial que te las den o que te las ganes. Desde que somos pequeños hasta ahora. Porque como siempre digo somos niños metidos en cuerpos grandes.

En un viaje de trabajo hablando con un padre de familia sobre si hay que dar o no una buena torta a tiempo nos dijo: Una torta no se, pero a los niños hay que frustrarles de vez en cuando! Frústrate! Frústrate!

Un ¡NO! a tiempo es una buena actitud en el futuro. Saber aprender de cada NO o cada error es primordial.

De mis moratones he aprendido un poco. Se podría decir que ahora voy con más cuidado. No dejo que nadie (bajo ningún concepto) me coja en hombros. Bebí agua ayer entre birra y birra para hidratarme y aprecio mucho mis dientes, pómulos, cejas etc.

Pues eso! a levantarse, reflexionar y seguir para adelante!


PD1: Placa-placa! a ver si espabilamos!
PD2: Gracias a mis amigos que aguantan mis numeritos! I appreciate it!
PD3: Que nadie se preocupe que no tengo nada ¿eh? que ya se que escribir la palabra "ambulancia" o "ojo morado" preocupa a la gente! :)