miércoles, 21 de noviembre de 2018

La habitación

Y después de muchos meses pensando, después de muchos lloros, de dudas, de miedos, de sentirme incomprendida por mi misma, desubicada y sobretodo culpable, llegue allí. 

La gente lo llama tocar fondo y yo realmente me sentía hundida. No sé si en el fondo del mar pero si que muy en el fondo de mi interior. Me había escondido tan hondo que ya no me encontraba. 

La relación con mi pareja se había terminado. Era un punto y final de una historia muy bonita. 

                                                                           Sara Herranz

Cuando por naturaleza cambias personalmente, llega un día que no eliges y de repente no estás bien con tu pareja. Es como que tu yo interior y tu cabeza no van en sintonía. Por un lado quieres hacer lo fácil, lo que te parece correcto, lo que llevas haciendo toda la vida. Por otro lado, están tus sentimientos de verdad, esos que a pesar de que no te gustan, mandan.

Todos tenemos historias, todos hemos sufrido muchas veces por amor, y supongo que mis miedos y los retos que se me presentaron en ese momento fueron tan difíciles como el de cualquier otra persona que haya tenido que separarse. Hoy no quiero hablar de lo malo, ni de la pena, quiero hablar de cuando llegue a esa habitación. 

Llegué medio ahogada del estrés por la situación. Con mis pocas pertenencias hechas cajas. Con todo bañado de recuerdos de un amor, de mi vida. Con una ansiedad a mi espalda que aparecía dos, tres veces al día. Llegué en enero.  

Coloqué todo en la habitación. Cené con mis compañeros de piso, compartí el baño y por fin cerré la puerta de la habitación. Allí no había un salón privado, un sofá, una cocina para mí. Había un armario, un escritorio, una mesilla y un colchón tirado en el suelo. Estaba yo tumbada en la cama, justo después de haber tomado una de las decisiones mas difíciles de mi vida. 

Recuerdo que de repente escuché el silencio. Miré alrededor y fui consciente de mi ser. De los huevos que tenía y de que a partir de ahí era solo un comienzo. El principio de un cambio grande. Estaba sola, y sola lo iba a superar. Porque puedes tener muchos amigos, una familia maravillosa pero recuperarte de algo así está solo en ti.  

Recuerdo esa habitación como el refugio que me dio la fuerza. El punto de mi nueva base. Esas cuatro paredes cerquita de mí me protegían como si fuera un bebé en una cuna con todos mis sentimientos a flor de piel. 

Me enseñó tardes de domingo diferentes. Confirmé que lo material como el dinero me daban absolutamente igual. Formé una familia en esa casa que tantas risas y juergas me regalaron. Aprendí a compartir piso, planes y fiestas. Aprendí a ser independiente otra vez. 

En definitiva, me reinventé. Abrí una ventana al mundo desde otra casa, otra habitación y las vistas como en el resto de las etapas de mi vida fueron bonitas. 

Por casualidad o por el destino, el miércoles pasado estuve de visita en esa misma casa. Me tocó dormir justo en esa habitación. Me hizo mucha ilusión entrar y verla de nuevo pero cuando me metí en la cama, en el silencio y en la oscuridad de la habitación, me vino un sentimiento de orgullo enorme que no me esperaba.

Pensé, lo conseguí.

Conseguí recuperarme, conseguí hacerlo a mi manera y conseguí seguir poco a poco mi instinto y superarme. Con el tiempo parece que me perdoné, deje de mentirme y empecé a ser feliz. Usé mi forma de ver la vida, mi forma de afrontar las cosas y funcionó.

Creo que como dice mi exnovio y ahora mi amigo, el otro día en ese preciso momento sentí que cerraba un ciclo.

Hace casi cuatro años llegue llorando de pena a esa habitación y el otro día lloraba de alegría.  

Me ha costado mucho escribir algo relacionado con este tema. Mi mensaje en este post van para esas personas que hoy se sienten así. Tomar decisiones no es fácil y cuando las consecuencias te afectan a ti y a todo el mundo que tu quieres, menos. Hay un enorme error al pensar que si lo eliges tú, es lo que quieres, por lo tanto no te afecta.  

Todo el mundo puede superar este tipo de cosas. Mi consejo es creer en ti y pedir ayuda si la necesitas. A veces la ayuda es un café, un Skype, un viaje, un libro, una charla, una borrachera. Es tiempo. 

Es una habitación, de una casa diferente. 



Buenas noches. 

domingo, 4 de noviembre de 2018

Ser positiv@ suma

Ser positivo, en mi opinión, significa procesar todos tus malos sentimientos, entenderlos y dejarlos ir. Borrar sin dudar y empezar a escribir de nuevo. Es creer en ti, escuchar las cosas buenas que se sienten, darles importancia, prioridad y vida.

Ser positivo es un arte, es trabajo y es complicado.

No es ocultar los sentimientos malos, no es ignorarlos, no es estar feliz todos los días. No es forzarte a las mañanas a decirte cosas bonitas, no es escribir en un cuaderno dando las gracias por lo que tienes y ya está. Tampoco es solo ser un viva la vida, hacerte el ignorante o parecer un visionario. Es más que eso.

Tienes que tener ganas de afrontar, de escucharte a ti mismo y de cambiar.

Para poder ser positivo hay que procesar todos los pensamientos negativos. Darles candela y quemarlos. Hay que entenderlos, hay que saber que no te sientan bien. Que tu humor, tu día y tus conversaciones no son igual con sentimientos negativos que sin ellos. Hay que pasarlos, hay que llorarlos y hay que odiarlos y sacarlos de ti porque no te aportan nada. Porque tu eres esa cabeza pensante que te amarga, que te desanima e imagina dramas que no existen. Los malos sentimientos no depedenden en absoluto de otras personas, están solo en ti.

Por desgracia la negatividad se cree muy lista, sabe lo que va a pasar siempre y nada parece ser bueno. Se adelanta por la izquierda y en vez de disfrutar, siempre te hace pensar que podría haber sido mejor. Que el café esta frío, que el tiempo es una mierda y que hoy no me quiero levantar. Nunca se hace ilusiones mas bien las rompe.

Si quieres ser positivo, tienes que darte tu tiempo para luchar con cada batalla que te vaya trayendo tu lado negativo. Si te sientes mal, mi consejo es que no te cambies tan rápido de silla para sentarte bien. Mira a ver que te pasa, piensa que puedes cambiar en ti para que no tengas esos sentimientos y luego sí, cámbiate de silla, de ropa, de país o de equipo de fútbol porque allá donde vayas te vas a sentir bien.

Cuando tengo malos días, estoy triste, me da por llorar, pues lloro, disfruto mi drama, no tengo prisa. Intento entender lo que me pasa poco a poco y cuando ya casi he ganado a todos esos pensamientos malos, siempre me vuelve el humor y entonces sé que estoy bien. Estoy lista. Borrar, borrar, borrar.

Para mí el secreto es natural. Identificar, procesar, sufrirlos un rato y cuando estés listo, borrar y seguir adelante con lo bueno. No acumular malas experiencias, malos ratos que solo te llevan a asumir siempre lo peor. Si de verdad los sacas, solo te quedará lo bueno. Y eso si que es agradable, es relajante y muy motivante.

Esa es mi fórmula para ser positiva. Ni más ni menos.

¿Y tú, cómo lo consigues?