miércoles, 15 de junio de 2016

Let her go

Iba de camino al autobús y la música sonaba por mis auriculares…

But you only need the light when it's burning low
Only miss the sun when it starts to snow
Only know you love her when you let her go

Only know you've been high when you're feeling low
Only hate the road when you're missing home
Only know you love her when you let her go

Aquel día me había pasado las 8 horas de trabajo escuchando esa canción. Una y otra vez.

Cuando descubro una canción la puedo poner mil veces, no me aburre. La escucho hasta que la letra empieza a asomar por mis labios. En este caso las lágrimas aparecieron en ese momento que iba a coger el autobús. Me iba y él no hizo nada por detenerme.

El trayecto transcurrió triste, melancólico. Mirar por la ventana confirmaba que cada vez me alejaba más. No veía mucho, solo movimiento. Sentía como dejaba atrás los besos ya perdidos, mis recuerdos se bajaban despacio en cada parada y yo cada vez más sola, más fría, más perdida.

Entonces volví  a la canción.

Only know you love her when you let her go, when you let her go.

Y supe que él me dejaba ir, pero que me quería.


Llegue a mi ciudad, y baje del autobús. Se había acabado. Ahora me tocaba andar y buscar mi destino.

viernes, 5 de febrero de 2016

MI PESADILLA

Estoy llegando a casa. Ya he entrado en el portal. Estoy esperando al ascensor y como siempre me quedo mirando el agujero pequeño que hay en la pared. Hay como un chicle pegado, que asco. Oigo el ruido de llegada del ascensor y veo como en el interior las puertas metálicas se abren. Ahora me toca tirar de la manilla de la puerta donde pone TIRAR. Al mismo tiempo que tiro de la puerta impulso mi cuerpo y me meto dentro.

¡Ya estoy dentro! El espejo esta justo delante de mí. Puedo verme entera. Me miro el pelo, luego la cara y por último la tripa, para ver si estoy más gorda o no.

Hasta ahora todo va bien, todos mis movimientos son como un baile sincronizado que llevo haciendo durante años. He hecho tantas veces ese recorrido que ni lo pienso. Me siento bien.

Me giro hacia la izquierda con energía y con la mano un poco hacia arriba me preparo para darle al botón del ascensor.

¡Eh! ¿Qué ha pasado? ¿Qué es esto? ¡Qué coño es esto! ¡Los botones del ascensor se han cuadruplicado!

Cierro los ojos y los vuelvo a abrir, esto debe de ser una broma. No entiendo nada. Hay cuatro pisos en la casa y yo tengo que ir al tercero. Normalmente es una fila de botones del cero al cuatro, hoy hay cuatro filas de botones iguales. Hay cuatro botones con el número tres. ¿Cuál es el mío? ¿Quién ha puesto esto aquí? ¿Cómo voy a subir a casa?

Me empiezo a poner un poco tensa y decido darle a uno de ellos. Subo y se abren las puertas metálicas. Ahora me toca empujar la puerta para salir pero ya no me siento bien, ya no me siento cómoda. Lo más extraño es que  todo lo que veo es súper familiar pero ya no me siento segura. El rellano es igual, el felpudo es igual, así que respiro y me relajo un poco. Es mi casa, no se quien ha puesto esa mierda en el ascensor.

Saco las llaves del bolso y busco la llave plana con agujeritos. La meto en la cerradura e intento abrir, no puedo, puta, vuelvo a intentar, no puedo. Toco el timbre ya medio cabreada, y abren la puerta. Es una familia pero no es la mía.

Ahora estoy asustada. La chica que abre la puerta es súper simpática pero me empieza a explicar que ellos viven ahora allí. Me asomo desde la puerta al interior de la casa y en efecto es mi casa, pero está completamente cambiada, la han decorado de otra forma. Empiezo a entender por las explicaciones de la chica que son los nuevos dueños. Me dice que hace años que compraron ya la casa, que debe de ser que me he equivocado de tiempo, de año. Me aconseja que vuelva al ascensor y que intente en otra de las filas, que puede que me haya confundido. Depende de que fila pulse salto a un año o a otro, pero siempre en el mismo edificio.

Estoy muy asustada. No entiendo lo que está pasando ni donde estoy, yo solo quiero ir a casa con mi familia. Me despido de la chica y ella me desea suerte. Vuelvo al ascensor, estoy muy agobiada. Otra vez me pongo enfrente de los botones. Hay muchos botones, ya no diferencio las filas, me parece que hay más que antes. Intento tranquilizarme pero el agobio por llegar a casa sigue ahí. Veo un montón de números e intento entenderlos pero no hay manera de sacarle ningún sentido. No hay señales, ni instrucciones, solo números. Empiezo a ver borroso, se me nubla la vista. Aprieto el siguiente botón y ¡mierda! me he confundido. Le he dado a un segundo piso.

Bajo al segundo. Tardo lo mismo de siempre, no noto nada raro. Vuelvo a salir del ascensor, todo es igual. Toco el timbre para ver si mi vecina vive ahí y puede ayudarme a entender el ascensor.  Abren la puerta y ¡Dios! No es mi vecina, no la conozco. Es una señora mayor. Me empieza a hablar muy dulce, a preguntarme cosas y a decirme que soy una chica muy guapa. Que si quiero tomar un café. Yo sigo la conversación por educación pero en realidad no me interesa en absoluto, me está agobiando más y más. Quiero llegar a mi casa, a mi edificio, a mi año. Quiero ver a mis padres. ¡Quiero llegar a casa ya!

Se me ocurre preguntarle a la señora mayor en que año esta ella, y me dice con media sonrisa y orgullosa de contarme algo, que ella vive en 1860.

Ahora ya no puedo más. Me acabo de dar cuenta que va a ser imposible llegar a casa. Hay muchos años en los que puedo buscar, así que no voy a llegar nunca. Ya no puedo encontrarles. Ya no les voy a poder ver más. Me he perdido en el tiempo y no sé cómo llegar a casa.