sábado, 16 de junio de 2012

Casi 30 (Cap.1)

Regreso corriendo a la terraza del Ciclos porque se me ha olvidado la chaqueta vaquera. En la mesa siguen los vasos vacíos donde posaban nuestras cervezas fresquitas y observo como se está sentando un nuevo cliente. Me acerco avergonzada y le digo:
- Perdona, es que me he dejado la chaqueta. - Le señalo la silla que está a lado de él y él se levanta rápido para dármela.
- ¡Ah! toma.
- Gracias. Muchas gracias. ¡Adiós!

Lucía me espera a unos metros del bar cabizbaja mirando el móvil y le pego una colleja para que reaccione. Levanta la vista y me dedica su mejor cara de odio.
 - Lucía, mira ese tío de ahí, disimula ¿eh? pero mírale. Esta buenísimo. Ya es la segunda vez que me lo encuentro. Que guapo. Casi me siento otra vez en la silla y me quedo con él. - Se ríe un poco, pero acto seguido coge y me dice que estoy flipada. Que no se me ocurra hacer esas cosas porque la gente se va a pensar que estoy loca. Ella siempre, tan tímida, tan sosa, tan aburrida. Es como si me diera con un mazo en la cabeza y me hundiera en el asfalto quitándome todas las ilusiones.

Nos vamos a casa y en la soledad de mi habitación no paro de pensar que si sigo así, mi vida será una ruina. Me quedaré sola. Seguiré sin sexo otros tantos meses y poco faltará para que mi abuela quiera meterme a monja.

No es la vida que había planeado. No es la vida que imaginé. Me veo como una mujer sexy, una mujer que puede estar con quien quiera, divertida y con ganas de vivir. Pero quedarte soltera a los 28 no es lo mismo que estar soltera a los 18. Ya no salgo todos los días, no me emborracho como una cuba y le meto la lengua al chico gracioso de la clase de Cálculo o al buenorro del gimnasio o al amigo de Perico. Ya no es tan fácil ligar, me resulta imposible conocer a gente nueva.

Recuerdo que a los 18 años me daba cuatro besos bien intensos y me iba a casa súper contenta, reflexionaba sobre si me había gustado lo suficiente como para volver a verle y sino, el fin de semana siguiente conocía a otro. Ahora no me vale con los dos besos, quiero más. Si por fin ligo y le llevo a casa, espero que sea inteligente, guapo, delgado, que me trate bien y que tenga trabajo. Indispensable que tenga algún objetivo en la vida y sobretodo que no este divorciado ni tenga hijos, por favor. A poder ser, que sea limpio y vista bien. Que le gusten las mismas cosas que a mí y me haga reír.....bla,bla,bla.. ¿Dónde voy a encontrar eso? ¿En el Chino que está debajo de casa?

Cierro los ojos, respiro y me replanteo mis exigencias. Cinco minutos de reflexión y consigo resumir los requisitos: Quiero sexo.


TO BE CONTINUED.


(FiccióN)

sábado, 9 de junio de 2012

Amigos

Me voy a casa porque tengo que trabajar...

Y me pierdo todos vuestros besos, todos los bailes y esos cariños que me dan esa energía que hacen sentirme viva.

Mis amigos son una prolongación de mi familia. Llega una edad en la que tus padres se hacen mayores y tus amigos se convierten en hermanos de sangre. Son tan importantes en tu día a día que casi son de tu familia. Da igual que sean chicos o chicas simplemente se preocupan por ti y tú les quieres.

Decir que los necesito es tontería. Decir que las tonterías son necesarias, es una gran absurdez,  pero que estéis alrededor y me hagáis sonreír no tiene precio. Jugaré a el euromillones cuando sea necesario pero la lotería no hace falta que me toque.

Os quiero y beberé ron cola hasta perderme en vuestros abrazos.

Pasarlo bien y echarme de menos.

Mil picos!

Mua! :)