martes, 16 de abril de 2013

Si el idioma es una barrera, comunícate con el alma.

Valiente me recuerdo cuando fui la primera vez a EE.UU. a trabajar y me comunicaba por gestos. Cada cliente era un reto. Si me había parecido entender algo sobre una bebida señalaba a la torre de vasos que tenía a lado, si escuchaba la palabra pizza confirmaba el tamaño haciendo diferentes círculos con mis brazos y si querían palomitas os podéis imaginar...Cada vez que se me plantaba un yanqui de los de verdad ( bien grande) con sus 4 hijos detrás (igual de grandes) enfrente del mostrador, mi cara era un poema y los nervios me daban ganas de vomitar.

Digo que me recuerdo valiente por no decir ignorante. Esta claro que yo siempre me he creído que hablo Inglés mejor de lo que lo hago. Si no te lo crees tú, no se lo cree nadie. He pasado momentos bochornosos y mil malentendidos con los que me he reído mucho, eso sí, una vez recuperada mi pobre autoestima del suelo..  pero aun así,  no me arrepiento de haberme creído que mi nivel de Inglés era lo suficientemente bueno y que podía hacerlo. Podía sobrevivir el día a día hablando un idioma que no era el mío.

En mi segunda experiencia en un país de habla inglesa, me choque con esa barrera del idioma y llegue a una conclusión: Nunca podré tener tanta confianza ni conectar con alguien que no hable mi mismo idioma. Bien, esa conclusión es completamente falsa.

No voy a negar que cuando conozco a alguien que habla castellano en media hora puedo saber si me cae bien, si tiene mi mismo humor, si su vida es interesante o si es un pesado al que no le aguanta ni su madre. Está claro que solo seria una primera impresión, en las que yo normalmente siempre me equivoco, pero eso no quiere decir que porque puedas entenderte sin dificultad esa persona te vaya a llegar al alma.

Llegar al alma: que te caiga bien, que con un giño te saque una sonrisa, que cada pequeña conversación se convierta en un tema interesante y que la comunicación sea natural, salga de dentro sin ningún tipo de esfuerzo.

Desde que me fui de casa siento un vacío llamado 'ausencia de familia y amigos de toda la vida'. Ese vacío de gente muy importante en mi vida lo he querido reponer rápidamente, intentando encontrar a mis amigos en gente que no se parece en nada a ellos. En algunos de mis intentos he vuelto a pensar que no se creaba esa conexión especial por culpa del idioma y la realidad es que es por culpa de mis expectativas.

Era tal mi pena que uno de esos días que es mejor hacerte el enfermo que levantarte con el pie izquierdo, se me ocurrió una idea. Pensé en buscar por Internet  una familia holandesa de alquiler. Encontrar una abuela o una familia a la que le gustaría adoptarme y donde poder ir a comer los domingos al mediodía. Yo les ofrecería conversación y compañía a cambio de llenar ese huequito con un poquito de cariño. Pienso que la idea es buena pero llego a la misma conclusión. Mi familia es mi familia y  desgraciadamente no puedo hacer una copia de ella.

He comprendido que no puedo remplazar a nadie. No puedo buscar exactamente lo mismo que echo de menos. Con el tiempo conoces a gente y tu alma va encontrando esas almas que te llenan. No existe la barrera del idioma, hace tiempo que no me entran ganas de vomitar, es solo que las amistades no se buscan llegan solas y cuando encuentras a alguien interesante esa química es natural, te sale de dentro sin ningún tipo de esfuerzo.