miércoles, 5 de diciembre de 2012

Spicy girl

Es la primera vez que lloras. Abres los ojos pero no ves nada. Las voces puede que las oigas pero jamás las recordarás. Lo que sí notas son unos brazos que te arropan, el calor humano de alguien que te cuidará siempre.

Hubo un día en el que todos nacimos en algún lugar del mundo. Nadie eligió donde ni que religión quería seguir. Nos criaron de la mejor manera posible y después de varios cumpleaños adquirimos  la capacidad de pensar, de tomar decisiones y de saber lo que nos gusta y lo que no. A pesar de haber muchas culturas diferentes, diría que siempre nos quedaríamos con la nuestra. Es algo que llevamos dentro y aunque no la elegiste tú, la conoces bien.

He conocido a la chica picante. Le llamo así porque es de India y sin su picante no puede vivir. Es inocente, entusiasta y muy divertida. Para variar, los primeros días no nos  entendíamos, pero antes de que se fuera podía leer su mirada. Unos ojos indios difíciles de olvidar.

Hemos hablado mucho sobre muchas cosas. Encontrar nuestras diferencias era la diversión de cada día. Puso los ojos como platos cuando le dije que bebía cerveza, dormía con mi novio o daba besos a mis amigos. A mí sin embargo, lo que más me ha sorprendido es la forma que tienen ellos de echarse marido. Si, escribo marido directamente porque lo de ser novios se lo saltan por completo.

- Me voy a casar en Abril del año que viene como muy tarde - Me cuenta ella en una de las conversaciones mas privadas.

- Ah ¿si? ¿Tienes novio?- pregunto yo contenta por haber encontrado a alguien con quien poder cotillear.

- No, todavía no. Mi padre lo está buscando.

Y ahí empezó todo. En su religión es responsabilidad del padre que tu matrimonio salga bien, por lo que él se ocupa de buscar a el mejor candidato. Tú recibes un email con sus datos, exactamente igual que un currículum y decides si te interesa conocerle o no. Si dices que no, seguimos buscando.Si dices que si, va de invitado a tu casa a cenar una noche. Le sirves la cena, le observas y hablas con él como medianamente puedas delante de toda tu familia. Puedes tener una cita más, sin acercarte mucho claro, y después das el veredicto:  Quiero que este hombre sea mi marido para toda la vida.

Lo sé, no me crees, estas en shock.

Le respeto un montón y os aseguro, después de muchas preguntas, que si hubiera nacido allí seguramente querría hacer lo mismo que ella. He aprendido que es diferente pero no es peor. Mi forma de vivir la vida no cuadra con su familia, pero lo que ella busca, tampoco lo encontraría en la mía.

- Después de estar varios meses en Holanda me he dado cuenta que no me podría casar con un Holandés - Lo suelta como si se tratara de una reflexión final.

- ¿Por que? Si son muy guapos...  ;)

- Él se cansaría de mí y me dejaría por otra...

- Jajaja. No tiene porque. Y si se eso pasará, tu también podrías encontrar a otro mejor.

- No, eso no me gusta. 

Será con una de las pocas personas que no me he mordido la lengua. Le he contado todo lo que sabía y todo lo que me apetecía. Me quedan muchas cosas por comprender pero espero que las vaya asimilando con mas conversaciones.

Sin duda se me escapa una sonrisa cada vez que hablo con ella. Y como he dicho antes, todos somos mayores y tenemos la capacidad de pensar, de tomar decisiones y de saber lo que nos gusta y lo que no.

Yo le puedo enseñar lo bonita que se ve la luna desde mi casa, pero ella, va a querer enseñarme desde donde nos están mirando sus mil dioses.