viernes, 2 de junio de 2017

A ti complejo, que te den


No recuerdo bien cuando empecé a ser crítica con mi cuerpo. Cuando comencé a mirarme al espejo y a encontrar cosas en mí que no me gustaban. No sé si esa mala costumbre salió de mí o simplemente empecé a hacerlo porque todo el mundo lo hace. Mi hermana lo hace, mis amigas lo hacen. Se quejaban de sus cuerpos y probablemente eso me llevo a cuestionar el mío.

Decía mis complejos en voz alta cuando empezábamos una conversación de gordos o de delgadas, cuando veíamos un anuncio de ropa en la televisión, cuando alguien hablaba de dietas, cuando comíamos demasiado. Si me miraba al espejo con amigas a lado, rápidamente destacaba lo horrible que era mi tripa, no vaya a ser que se piensen que me estoy mirando porque soy una creída.

Iba de compras con mi madre, cosa que empecé a odiar. Ella elegía siempre esos modelos imposibles que me marcaban todo mi defecto y se ponía de acuerdo con la dependienta para decirme que me quedaban genial. ¡A donde estaban mirando! Eran unas mentirosas y por su culpa iba a hacer el ridículo en la calle. Yo me veía horrible, al final me cabreaba conmigo misma y mi conclusión era: es mi culpa, voy a hacer algo para remediarlo.

Tengo que ir al gimnasio, tengo que hacer deporte, tengo que comer menos. Después de una sesión de compras o incluso peor, justo antes de ir a la playa en verano buscaba toda clase de remedios a mi problema de cuerpo. Si mejorará eso, estaría genial. Podría ponerme lo que me diera la gana.

Eso nunca paso.

La mala costumbre fue tomando diferentes formas. Ya no era sólo nombrarla en alto ante mis amigas, sino que poco a poco iba cambiando mi forma de ser. Me volví ropa-pesimista. Al entrar en una tienda mi mente iba filtrando la ropa, no por si me gustaba o no, sino por si me iba a quedar bien o mal.

- Este niqui se me va a pegar en esa parte que odio, ni me lo pruebo. Este me gusta lo suficiente y me disimula justo ahí, me lo compro.

Vas creciendo y los tiempos pasados siempre fueron mejores. Me acostumbre a ponerme siempre el mismo tipo de ropa, creí que era lo que me gustaba.

Pues bien, este año me he quedado embarazada. Una carga de 20 kilos a invadido mi cuerpo. Me sentía genial. Me encantaba mirarme cada cinco minutos al espejo, especialmente a mi tripa. Mis hormonas pedían galletas y patatas fritas a menudo y yo no las decepcionaba.

Cuando casi había alcanzado los 20 kilos de más, un día me dio por mirar fotos del verano pasado en el iPad. Fueron unas vacaciones en Bali. Había visto las fotos mil veces, así que sabía perfectamente que foto me gustaba mucho y cuál me gustaba menos porque claro, ¡salía gordi!

Mi sorpresa fue, que como si de otra persona se tratara, me vi genial. Me vi guapa con un cuerpo más que bonito. ¡Ey, yo estaba buena!

Pues sí, estaba buena y no lo aprecié. Y ahora voy a tener que bajar esos 20 kilos y apreciarlo. No, esa no es la moraleja. Por supuesto que no.

No hace falta bajar los 20 kilos y volver al pasado, intentar retroceder y volver a ser la misma de antes porque te lo vuelvo a recordar: eso nunca pasa.

He aprendido a ver que estoy buena. Estaba buena antes y estoy re-buena ahora también.

No se trata de un número en una báscula, no se trata de mejorar justo eso que no te gusta para sentirte plenamente atractiva. Se trata de disfrutar de tí, de tu cuerpo y de la ropa que te pones. Si algo no te gusta como te queda es culpa de ese modelo de ropa no de tu cuerpo. No hay mujer en el mundo a la que le quede todo bien. Eso no existe.

He empezado a seguir Influencers. Esas chicas un poco locas a la vez que petardas, que se ganan la vida haciendo videos de ropa. Hacen Hauls y te enseñan lo que se han comprado, como les queda y como combinarlo. Te proponen looks, peinados y maquillajes imposibles. Se divierten eligiendo modelito para cada día, disfrutan a tope de todo tipo de ropa y creen que les sienta bien y se ven requete guapas.

Yo me he dado una oportunidad. He reseteado mis filtros y me he empezado a probar cosas diferentes. Quiero llenar mi armario con cosas bonitas, no solo con básicos.

Me siento mas sexy y sí, tendré que perder los kilos de más, pero no por verme mejor, sino porque el cuerpo tiene que recuperarse.

¡Que llegue el verano! Y a ti complejo, que te den.



No hay comentarios:

Publicar un comentario