¿Y quién soy yo?
Esa niña sensible acostumbrada a ser feliz sin necesidad de
pensarlo. A reír por las tonterías de cada día y a no preocuparse de nada que
no sea lo suficientemente serio. Es decir, de nada que no sea mala salud porque
lo demás sinceramente tiene solución y sino pues no la tiene, no pasa nada y
seguimos.
Crecí entre algodones de cariño en una familia que como muchas
otras es la mejor pero la mía seguro era la mas graciosa. Las tertulias en la
cocina las recuerdo llenas de risas sin medir el volumen ni las consecuencias
de unas bragas mojadas de pis.
No supe que era mimada hasta este año. Hasta que la vida de
repente te pone en tus manos las riendas y empiezas a jugar a ser mayor. Cada día
soy madre, trabajadora, pago facturas, tomo decisiones y marco a pasitos el
camino de mi futuro y ahora el de mi pequeño. Él solo sonríe.
Él ha llegado y me ha quitado muchos miedos y me ha dado
algunos nuevos. Ya no tengo tanto miedo a morir los domingos por la noche, no
tengo miedo a tener un accidente o a caer de un avión cuando siento una turbulencia.
No temo por mi persona simplemente porque ahora moriría por él, por enseñarle
el mundo y por ver su sonrisa otra vez. No es exagerado, es así. Ahora solo
pienso en vivir, en verlo crecer un día mas.
Las alturas, las piscinas frías, la arena en un parque a las
cuatro de la tarde, la suciedad continua, las babas en mi ropa, las cacas, el
caos y hasta los animales despiertan en mi las ganas de disfrutar, de dejarme llevar
sin perezas o excusas porque esos momentos solo pasan una vez y yo quiero
vivirlos con él.
Ayer vinimos de un viaje. Conducíamos tarde hacia casa y se
quedo dormido en el coche. Cuando conseguía llegar al sueño profundo la boca se
le abría muy despacito y el chupete se le caía. Bostezaba, se despertaba y se ponía
a llorar. Me pasé una hora de coche apretando el chupete contra sus labios en
una postura de lo mas incomoda. No me preguntes por qué pero me pareció un
sacrificio bonito. Es como que todo merece la pena con él hasta la cosa mas
absurda que jamás imaginaste que harías.
Y sí, yo era una mimada porque sentí ese amor, esa sensación
de que alguien me cuidaba bien. Me daban respuestas sencillas a problemas o
preocupaciones que tenía. Me apoyaban y me apoyan hoy en día. Cuando voy a casa
me llenan la cara de besos y ahora que lo pienso seguro me sujetaron el chupete
cada viaje que hacíamos porque sin duda soy una dormilona y siempre me sentí
muy segura.
Ahora soy yo ese adulto que llegó a mi vida sin avisar, que
juega un papel que no sabe donde acabará. Solo quiero esforzarme por ser mi
mejor versión y trasmitírselo como sea. Porque casi todo mi amor va para sus
mimos, para formar ese colchón de seguridad que tanto le va a hacer falta y
para que crezca sabiendo que la vida es bonita y es feliz y que nadie se lo
tiene que enseñar, es simplemente él, en su estado puro.
Y cuando sea mayor y mire en su interior quiero que vea ese niño,
que se ríe, que mira con curiosidad, que baila, que se lo pasa bien, que saluda
a la gente que no conoce, que no tiene maldad ni mucho menos miedos y que es
tan gracioso que nos alegra la vida.
Espero que crezca mucho y que se haga
mayor. Que juegue a lo que quiera ser cuando quiera y que no se olvide de las
cosas importantes:
Eres el niño mas guapo del barrio y mi bebe.
¿Y quien soy yo? Yo soy tu madre y cada día me sorprendo, aprendo y descubro un lado mas bonito que enseñarte.
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