lunes, 22 de agosto de 2011

Madrid

La primera vez que fui a Madrid tenía unos 13 años. Mi primer destino sola. Estaba tan emocionada que hasta la parada en Lerma me hacía ilusión. Me sentía mayor e independiente.

Pasas Guadalix, San Sebastián de los Reyes y desde el autobús empiezas a ver cada vez más edificios y más grandes. Carteles gigantes de publicidad. Casas de mil pisos con los aires acondicionados en la fachada. Y lo que más me gusta son las torres de oficinas.

Es la ciudad de las oportunidades. La capital. Es tan grande que resulta imposible pensar que no vas a poder encontrar un buen trabajo allí.

Me vino a buscar mi hermana a la estación. Fuimos a su piso de estudiantes y no recuerdo mucho más. Me impactó la bandera de Colón y que a cada dos pasos te chocabas con El Corte Inglés. Todavía nos reímos porque no se le ocurrió otra cosa que llevarme a El Museo de Cera.

Este fin de semana he estado allí. Desde la primera vez diré que mi hermana ha pasado por tres pisos, se ha casado y tiene una niña que pronto vendrá a verme a Irún ella sola. Ya no soy una cría, no me sorprende todo y digo ¡que guay! cada dos minutos. Pero me sigue gustando esa sensación al llegar. Saber que existe esa gran ciudad en la que algún día, si es necesario, buscaré un hueco.

Por ahora me quedaré aquí. Con el mar y los montes verdes. Donde mirar por la ventana del autobús solo me produce un pensamiento: mierda, esta lloviendo!


PD1: Que viva el autobús Alsa Supra! os lo recomiendo!
PD2: Gracias Bimbim por sacarme de farra ;)

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