miércoles, 30 de marzo de 2011

Sexo Mental

Han sido varias veces las que he buscado un blog en Internet que hable de Sexo. Lo busco pero no me gusta lo que encuentro.

Hablando de sexo con amigos te das cuenta que los chicos son directos. Utilizan palabras que suenan bastas. Lo dicen todo como es. Como si estuvieras en clase de ciencias a los 12 años. No está mal y aunque ya somos mayores hay palabras que hacen gracia escucharlas todavía. Pero eso es, te hacen gracia.

Hablar de sexo con chicas es bastante similar. Le damos la misma importancia pero somos menos esquemáticas. Lo contamos con mas cariño, tal vez porque somos mas tímidas, hablamos mucho menos del acto sexual en cuestión.

Bueno entonces ¿que es lo que busco? creo que ya lo sé. Busco historias que rodeen el sexo. Historias que te ponga la piel de gallina. En casi todas las novelas acabas leyendo una.

Saber las posturas de El Kamasutra puede que sea interesante, pero el sexo es mucho más que una postura perfecta.

Bueno pues allá voy. Como no encuentro lo que busco que mejor que escribirlo yo. Escribiré una de esas historias mentales que pasan por nuestras cabezas cuando conoces a alguien que te atrae. Es una historia inventada, no es real. Le doy rienda suelta a mi imaginación, a ver que sientes...

" Casi no le conozco. A penas he hablado dos veces con él. La primera vez que le ví me dio dos besos fríos en la mejilla y no me dijeron nada. Estábamos en una fiesta. Después de dos copas, apareció entre la gente. Nos quedamos uno frente al otro y empezamos a hablar. No me acuerdo de la conversación pero me gusto su mirada.

Pensé en él al día siguiente.

Al tiempo me lo volví a encontrar. Entré en un bar que estaba lleno de gente. Noté que alguien me estaba mirando. Todo se nubló y lo único que veía claro era su cara con una sonrisa. Me miraba directo y con descaro. Giré la cabeza para ver si había alguien o algo detrás de mí. Entonces me di cuenta que me miraba a mí. Es raro mirar fijamente a alguien que no conoces. ¿Que le está pasando por la cabeza? ¿Lo mismo que a mí? Me acerqué sin apartar la mirada ni un segundo. Cuando estaba justo enfrente a 2 cm de él, me paré. Él sostenía un vaso en su mano derecha. Acerqué mi mano a la mano que tenía libre y le rocé. Le toqué con tanto cuidado que era difícil saber si lo estaba haciendo queriendo o no. Entonces moví mis dedos y acaricié su piel mandándole un impulso.

- ¿Quieres un trago?. Bebí de su cubata y se lo devolví. A veces no hace falta conversar para saber que el sexo será bueno con alguien. No hace falta conocerte porque por una extraña razón es como si ya le conocieras. La mirada de complicidad aparece sin esperarla. Dejó el vaso en la barra mientras me agarraba de la mano. Me arrastró hacia su cuerpo y me susurro al oído: perdámonos!

Salimos del bar y anduvimos por las calles riéndonos.
- ¿Por que me mirabas así?
- Porque eres tan guapa que me cortas la respiración.
- ¿Y tú por que te has acercado?
- Porque me has hipnotizado.

Se acerca vacilón y me acorrala contra un lado de la calle. Siento la pared fría en mi espalda y su cuerpo caliente contra el mío. Me sujeta los brazos. No quita la sonrisa de su cara y ahora me mira a la boca, no a los ojos.

- ¿Que hacemos?
- Lo que quieras.

Meto mi mano por debajo de su camiseta y compruebo que tiene una tripa dura. Está bueno. Tiene una tripa plana y músculos en los brazos. Pone sus manos en mi cintura y las sube por mi espalda. Su forma de tocarme coge intensidad y entonces me besa. Nos enrollamos como dos adolescentes durante un buen rato. No quiero que pare. No quiero moverme de allí. Me acaricia el cuello con sus manos mientras no para de besarme.

Pasa gente por la calle pero me da igual. Sólo quiero congelar el tiempo y quedarme allí. Estoy excitada y ya no hay tregua. Mis manos están por debajo de su camiseta. Le agarro del cirturón y dejo que mis dedos se resguarden dentro de sus calzoncillos. Agarrandonos del culo nos juntamos todavía más.

Huele bien y sabe aún mejor. Sus labios carnosos hacen que pierda el norte. Besa mis labios, mi mejilla y acaba en mi cuello. Bajan sus besos lentos por mi cuello hasta el límite de la camiseta. Ya no puede besar más abajo pero es como si lo estuviera haciendo.

Nuestra piel emana calor. Ya no hace falta conocerse ni hablarse, hemos pasado la barrera. Sólo hace falta acariciarse y sentirnos el uno al otro.

- ¿Vamos a mi casa?
- Si! "

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